Juntaré las piezas, algún día.
Tras el desastre de haber pasado de ser la victima a victimario, de ser el
ángel al verdugo. No me importó y siempre fue primero el amor, el cariño, el “no
pasó nada” “borrón y cuenta nueva” así lo permití hasta que hoy en día soy
quien no era, quien jamás quise ser y en quien odio y aborrezco, hoy soy tan
igual a ti que me dan ganas de morir, me convertí en lo que más odio, pero hoy
ya no tengo salida.
Fui tan ingenuo en creer que del pantano salen rosas, que dentro de tanta
porquería había algo de verdad, el túnel jamás tuvo una luz de esperanza.
Tanto dolor, tanto sufrimiento, tantas lágrimas que cubrías y cubres con
semen ajeno, con gemidos perdidos en los ojos del otro, el rose de piel ajeno,
las bacterias en infecciones de tantos que han marcado tu cuerpo, tantas
historias que cuentan tus sábanas pero preferí hacer a un lado la razón y creer
en lo que nunca me dio confianza, si, hoy, perdido y casi muerto es mi culpa y
jamás nadie escarmienta en cabeza ajena.
Si tan solo hubiera escuchado a los que en verdad me amaban…
Rompí todas las reglas, legales y obsesivas, pero peor aún, las mías,
aquellas que por 30 años mantuve y perdí con la que no debía. Te di mi vida, y
hoy me regresas pedazos sin encajar.
Me quedé solo en cuarto, triste y abandonado, pero fue hasta ese momento
que encontré, me encontré y empezaré a luchar, de nuevo, ese maldito camino de
ir remediando error tras error, juntar las piezas que me dejas y que algún día embonen
y que nadie jamás, jamás vuelva a romper.
Si, rompí las reglas, hasta las mías maldita sea.
J.
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